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La belleza de la vida

La belleza de la vida

Por Ángeles Favela

He aquí unos ojos bellos; el contraste de paz y serenidad en toda la extensión de una imagen. Un instante y una eternidad. Es la vida que se desborda; el retrato de aquellos los pasos recorridos y que aún en el silencio, en el eco, en la memoria, podrá escucharse aquella voz que no habrá de apagarse nunca: a donde quiera que vayas… la certeza del amor que ha de traspasar tiempo y fronteras.

Una imagen, un reflejo que es de todos: la condición de seres vivos susceptibles a la muerte. Nadie sabe cuanto ha de durar el viaje, pero ¡ah poetas!, la existencia de un poeta no se extingue nunca, seguirá por siempre tocando almas con sus versos.

He aquí una fotografía, símbolo de poesía, ese placer creado de lenguaje para el espíritu y el intelecto, para recordarnos que estamos vivos, con la posibilidad sensorial de tocar el universo entero.

He aquí el aspecto de un hombre que ha caminado un tramo largo con la decisión de sembrar y cosechar innumerables recuerdos. Ignacio Ríos Burns, el poeta que ha vivido. Un elegante bardo de esos que el mundo entero necesita para recordarnos de la mortalidad como una cualidad, como el aroma que ha de mantenernos diligentes, enérgicos, dinámicos.

He aquí un rostro con las huellas de su tiempo, con la hechura que ha dejado en sus descendientes, cual emblema del cariño que se fortalece.

Hay lazos que alimentarán a generaciones enteras, afectos que recorrerán como la savia en cada una de las nuevas ramas y, quizá, la belleza de la vida es sabernos mortales, ponderar, respetar y disfrutar nuestra historia y nuestro entorno. La existencia será por siempre un viaje: ida y vuelta en la continuidad que no concluye.

Termina el hombre, vive el poeta. “Ars longa… Vita brevis”

EN MI ULTIMO DIA

En mi último día

recordaré las leyes naturales

de nacer, vivir, morir y renovarse.

Emprenderé en silencio mi camino.

En mi último día

Océana seguirá su rotación en el espacio.

No cambiaran las normas de la vida.

En mi último día

seguirán su batalla la verdad, la mentira,

el amor, pasión y la lujuria

vibrando en ondas cerebrales.

En mi último día

vendrán conmigo almas de ancianos,

jóvenes y niños

reclamados por el tiempo destino.

En mi último día

nada se habrá perdido,

me llevaré en mi alma el amor ganado

y dejaré sembrado para siempre el mío.

Ignacio Ríos Burns (IRBE)