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Por Ángeles Favela

Muchos de los grandes artistas han recurrido a la escritura para acompañar sus propios procesos creativos, para bocetar, para tomar notas, escribir diarios, entablar correspondencias. Leonora Carrington es una artista del lenguaje en toda la extensión de la palabra. Es una mujer que despliega su capacidad imaginativa en cada una de sus neuronas y lo emana por cada poro. A cien años de su natalicio y para celebrarlo se ha montado “Leonora Carrington. Cuentos Mágicos”, una exposición que alberga más de 200 piezas en el Museo de Arte Moderno de la CDMX, que permanecerá abierta hasta el mes de septiembre de este año.

Por mucho tiempo he sido admiradora de las historias plasmadas en sus cuadros, por supuesto, me las invento, igual que ella se las iría contando mientras pintaba para viajar a mundos extraños, extraordinarios y abrir puertas al surrealismo que su rebeldía y genialidad le permitieron crear a cada instante. Pero Leonora es muchas otras cosas: feminista [para defender y defenderse no como mujer, sino como ser humano], ecologista, creadora en lo culinario, pintora, escultora, escritora, en todas esas facetas, es extraordinaria. También fue madre y ella fue una artista madre, sus hijos toman vida en algunas de sus obras y ella junto con Pablo y Gabriel Weisz, se divertían tramando vivencias inolvidables, como cuando Leonora le anunció al grupo de sus amistades que había recibido como regalo del gobierno de Rusia un cargamento de caviar y que les invitaba a degustar. Ese día, ella cocinó varios kilos de tapioca y con tinta de calamar preparó el “mejor caviar” que todos los asistentes a la reunión habían jamás probado. Por supuesto, Pablo y Gabriel entraban y salían de la cocina para descargar su risa al lado de su madre, para luego volver a la formalidad y asombro de la reunión.

Por Ángeles Favela Para los viajeros incansables, los días del verano se revisten de un color distinto. El aire de otro suelo nos regala la oportunidad de recorrer caminos desconocidos. Quizá, ahora mismo tú te encuentres fuera de tu lugar de residencia o planeando algunos días...

Por Ángeles Favela México hoy se levantó temprano. Las elecciones presidenciales nos tienen a todos en vilo. Hay largas filas en la mayoría de las casillas, y entre la ciudadanía se percibe un ambiente de confianza y serenidad que brinda el ejercicio del voto. Habrá que...

Para muchos autores la escritura es un rito, igual que un corredor que sale por la mañana a su entrenamiento pensando en el maratón en el que se ha inscrito, para un escritor, el tiempo y la forma que habrá de destinar a la creación de su obra -en el caso de muchos nombres famosos- está plagado de singularidades.

A Edgar Allan Poe su caligrafía indescifrablemente pequeña le permitía escribir historias de principio a fin en largas tiras de papel que iba uniendo entre sí con cera, le gustaba palpar y visualizar la continuidad de lo que iba escribiendo y esa era su peculiar manera de lograrlo. Ernest Hemingway quien sufría el alcoholismo, escribía en completa sobriedad y de pie. T.S. Eliot, poeta extraordinario, se pintaba el rostro de verde y según él mismo lo decía para no parecer un empleado bancario. Gustave Flaubert comenzaba únicamente después de haber fumado una pipa. Victor Hugo repetía a la vez que caminaba por la habitación, las frases y versos una y otra vez, para escribir únicamente cuando le sonaban suficientemente bien.

El proceso creativo de los grandes escritores, sin duda, se ha mitificado en el transcurso del tiempo, pero lo cierto es que quienes gustamos de escribir, desarrollamos ciertos hábitos o técnicas para ubicar nuestro ánimo en el modo adecuado para que las palabras puedan fluir con libertad.

Por Ángeles Favela

El triunfo de México hoy por la mañana en el Mundial de Rusia, es un respiro para muchos. Para el mundo 2018 es el año jubilar del futbol. El viaje a La Meca en turno, los ídolos, los ritos, las crónicas, lecturas obligadas y glosas humorísticas.

El futbol es una industria, una pasión y para muchos, una religión. En el juego existe una liturgia de colores, himnos y ornamentos, centrada en el rodado de un balón entre feroces patadas. Del mundo del futbol nacen a cada momento historias, en ellas habitan personas, tramas, nudos, retornos y finales.

En la cancha la libertad, la afición y la maestría se juegan el todo por el todo. Y la vida encuadra las quimeras de los participantes: los que juegan, los que aplauden y los que sufren.

Hay literatura futbolística y literatos futboleros. Eduardo Sacheri, escritor argentino, es uno de ellos. Sus cuentos están llenos de futbol y también de humanidad. En sus líneas cada personaje es de carne y hueso, llenos de infancia; donde la amistad es un muro inquebrantable y el universo es representado por el balón, la familia y los lugares del barrio.  

Por Ángeles Favela

Había una vez un cuento.

Su carácter ficcional es inconfundible. En él participan una cantidad relativamente pequeña de personajes y aparecen en un argumento central. Su extensión es al gusto, para disfrutarse en una sentada los hay micros y macros. Y su variedad es tan extensa como un menú ambicioso. Entre el cuento popular y el cuento literario existe una gama colorida, fantástico, terrorífico, infantil.

Hace poco, una persona quien por primera vez visitaba Literálika, a manera de presentación narró un cuento. Su exposición fue en segunda persona, luego nos dijo, que esto le permitió comunicarse con libertad sobre el motivo de su visita. Después, durante su siguiente clase, se animó a confesar: “…el cuento era para mí, necesitaba acallar mis voces interiores que me exigían saliera de este mágico lugar, funcionó; al subir a mi auto, mis voces interiores, ahora divertidas y tranquilas, me reclamaban el no haber acudido desde tiempo atrás.”

La fascinación por escuchar o por contar historias se cultiva quizá en la infancia, pero cualquier momento es tiempo de empezar.

Por Ángeles Favela

Desde 2011 a la fecha, a manera de investigación personal, me he animado a preguntar a cientos de personas cuales son, en caso de tenerlos, sus tres sueños o anhelos secretos. Hay cosas o actividades que siempre soñamos llevar a cabo y que, por alguna razón, que desemboca en el miedo, se quedan guardadas en el cajón.

Al principio, mi sorpresa al ver que las respuestas coincidían básicamente en tres sueños, me obligaba a preguntar cada vez con más frecuencia. Pero luego tuve la certeza de que debía hacer algo al respecto. Entre los sueños secretos de casi todos existe el de escribir un libro, una historia, una vivencia. La respuesta que desde años atrás sigo escuchando, es: escribir. En el fondo sabemos que hemos o estamos viviendo algo digno de ser contado. Quizá el dolor o la emoción de plenitud supera al plano y suelo en el que nos encontramos parados, que requerimos convertirlo en palabras y plasmarlo en un papel, primero para sacarlo de nuestro interior y quizá luego releerlo. Literálika ha sido, innumerables veces, testigo de lo que sucede en el interior de una persona cuando decide desempolvar el sueño secreto de escribir. De ahí nace el 30 de mayo de 2017, la Fundación El mundo escribe, y su misión es promover la escritura como herramienta de vida, desde la infancia y para siempre.

Por Ángeles Favela

[Cartas a Clara. México. A fines de febrero de 1947]

[Fragmentos]

Mayecita:

Te estoy platicando lo que pasa con los obreros en una fábrica, llena de humo y de olor a hule crudo. Y quieren todavía que uno los vigile, como si fuera poca la vigilancia en que los tienen unas máquinas que no conocen la paz de la respiración. Por eso creo que no resistiré mucho a ser esa especie de capataz que quieren que yo sea. Y sólo el pensamiento de trabajar así me pone triste y amargado. Y sólo el pensamiento de que tú existes me quita esa tristeza y esa fea amargura.

Por otra parte, no me puedo imaginar cómo una niña tan menudita puede HACER UNA LETROTA TAN GRANDE…, al escribir una carta. Eso es hacer trampa.

Sin embargo, tu carta me dio un enorme gusto. Puse las dos manos para recibirla y la leí con mis dos ojos y luego la volví a leer porque hay allí algo que a mi corazón le gusta.

Yo aquí no he ido al cine. El cine sin ti no sirve. No hay ni siquiera el gusto de llegar tarde y no encontrar asiento. Y es que aquí la vida no es nada blandita. A veces me imagino que desde que llegué a esta ciudad he estado enfermo y que no me aliviaré ya jamás.

Lo que te estoy explicando es el ambiente en que vivo desde que entré a la fábrica. Nunca había yo visto tanta materia junta; tanta fuerza unida para acabar con el sentido humano del hombre; para hacerle ver que los ideales salen sobrando, que los pensamientos y el amor son cosas extrañas.

Y mi conclusión es que uno debe vivir en el lugar donde se encuentre uno más a gusto. La vida es corta y estamos mucho tiempo enterrados.

Ojalá estés bien y tan bonita como ninguna. Tú cariñito santo, recibe todo el amor del que mucho te quiere y del que espera quererte más, y un abrazo enorme y lleno de ternura y muchos besos, muchos, de quien te amará siempre.

Juan

 

Estas son palabras de Juan Rulfo a su mujer, en uno de los muchos mensajes que le escribió a lo largo de su vida.

Las cartas han sido por excelencia el medio de comunicación a distancia. Desde la antigüedad la misiva solía ir sellada como garantía de la privacidad. En ella viajaba la esperanza de que el destinatario la recibiera. En tiempos de guerra un sobre era el contenedor de una buena nueva, o quizá de la fúnebre noticia de la muerte de un ser querido.

Por Gustavo Lanza Castelli

Comencé a utilizar esta herramienta porque llevaba desde hacía muchísimos años una especie de diario de sueños. Por mi profesión de psicoanalista siempre me interesaron los sueños, y siempre tenía la costumbre de, al despertarme, anotar mis propios sueños y analizarlos. Yo iba llevando una especie de libro, de agenda, durante muchos años; entonces tenía cierta práctica con esto. Pero lo que anotaba era solamente el sueño y las circunstancias del día anterior -muy al estilo de lo que plantea Freud en la “Interpretación de los sueños”-, lo que asociaba con eso, lo que veía en mi análisis.

En el año 2000, tuve una situación personal bastante complicada, y se me ocurrió, empezar a escribir, para ver si me podía aclarar; un poco para aclararme a mí mismo las preguntas que tenía. Tenía una decisión que tomar, muy difícil. Escribí sobre eso, y durante el proceso se me empezaron a ocurrir otros temas; seguía escribiendo sobre otras cosas que me pasaban. Era una escritura absolutamente personal.

Por Ángeles Favela Las aguas, el viento, las sombras, incluso los aromas, corren, a veces, en opuestas direcciones. Y no hay nada que podamos hacer para impedirlo. En una historia, la fuerza del destino lleva en las venas su propio impulso. Pero, también en una historia, los...