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El miedo de los niños

El miedo de los niños

Por Ángeles Favela

Cuando niños las historias rondan libremente en nuestras cabezas; dentro, muy dentro, habitan el miedo, la esperanza y las dudas. Nos lo preguntamos todo: ¿qué habrá dentro de aquella bolsa grande? ¿Quién viaja en aquel automóvil? ¿Quién habita dentro de aquella casa? Todo muestra que en la infancia somos los magos en los temas de la observación y la imaginación. A un pequeño solo le basta mirar fijamente hacia un determinado punto y, en cuestión de segundos, cualquier objeto inanimado se lanza al movimiento.

Antonio Muñoz Molina en El miedo de los niños, un libro acompañado de ilustraciones a cargo de María Rosa Aránega, nos muestra de manera magistral esa senda,  la de la infancia y la del miedo, que todos recorremos un tanto indefensos. Por un lado, está la realidad, el momento y la circunstancia que cada uno habitamos y por otro, está la imaginación y fantasía que llevamos dentro. La psicología estudia la combinación a manera de escudo en las etapas del desarrollo. Se dice que en la infancia los mecanismos de defensa son tan hábiles como la naturaleza es sabia.

En El miedo de los niños habitan las historias de primos, amigos, madres y extraños, entre sus páginas encontramos a niños jugando futbol y a otros niños que impedidos los observan. Muñoz Molina sabe dibujar con palabras al barrio, al pueblo, a la ciudad y al mundo entero. Su habilidad para mostrar la complicidad o para describir un tiovivo, un desfile de animales o una partida de canicas, hacen del relato un viaje desde la primera línea.

No tengo la certeza de que a todos nos pase lo mismo, pero en mis días de infancia, recuerdo el gusto por las historias de miedo que nos eran contadas por alguna tía desocupada o más bien ocupada en cuidar de media docena de sobrinos inquietos. Escucharla era estar dispuestos a sorpresas de todo tipo, de pronto un ruido inesperado, un grito o una mano haciendo sombras reflejadas en un muro. Relatos a manera de teatro ambulante de alguna leyenda.

El libro de Muñoz Molina me transportó a aquellos tiempos.

El autor describe bien los miedos que nos habitan en la infancia: el miedo gustoso y el miedo de verdad. El miedo de un cuento o de una película empezaba siendo gustoso pero de pronto algo frío y negro y desconocido se colaba y el miedo era pánico y rareza y el sofoco de las pesadillas. En la infancia tenemos la posibilidad de traspasar esas fronteras de un segundo a otro, en un vaivén entre una orilla y la opuesta suena de pronto una carcajada y el hechizo del miedo verdadero, aparentemente, se desvanece, pero al llegar la noche, en medio del silencio y su soledad, a un infante, el eco le retumba en sus oídos y hasta el reflejo de cualquier mirada maquiavélica puede aparecer en el marco de cualquier ventana.

El miedo pareciera ser un juego de niños pero estar alertas a las señales de los más pequeños es cosa seria. El miedo de los niños, es un libro para saborear en una tarde.

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