Por Ángeles Favela
Hay recuerdos que existen suspendidos al margen del tiempo. A pesar de que nuestro cuerpo envejece un poco día con día, no ocurre lo mismo con algunos sucesos. Hay eventos que atesoramos en la memoria con tal viveza que aún al paso del tiempo permanecen intactos cada vez que pensamos en ellos. Un hecho inolvidable adquiere la inmortalidad a través de la repetición. Cuando mamá llegaba a las tres de la tarde con una bolsa de papel de estraza llena de hojarascas. Y la escena de la madre no envejece, ni su rostro, ni sus manos, al contrario, acude al pensamiento hasta con el mismo peinado y maquillaje. Eran blancos mis zapatos de charol en primero de primaria. Y la maestra y el camino hacia el colegio huelen a lunes por la mañana, y uno vuelve a mirarse con los cuadernos impecables, ansiosos de mostrar las tareas frente a un salón repleto