Por Ángeles Favela
El triunfo de México hoy por la mañana en el Mundial de Rusia, es un respiro para muchos. Para el mundo 2018 es el año jubilar del futbol. El viaje a La Meca en turno, los ídolos, los ritos, las crónicas, lecturas obligadas y glosas humorísticas.
El futbol es una industria, una pasión y para muchos, una religión. En el juego existe una liturgia de colores, himnos y ornamentos, centrada en el rodado de un balón entre feroces patadas. Del mundo del futbol nacen a cada momento historias, en ellas habitan personas, tramas, nudos, retornos y finales.
En la cancha la libertad, la afición y la maestría se juegan el todo por el todo. Y la vida encuadra las quimeras de los participantes: los que juegan, los que aplauden y los que sufren.
Hay literatura futbolística y literatos futboleros. Eduardo Sacheri, escritor argentino, es uno de ellos. Sus cuentos están llenos de futbol y también de humanidad. En sus líneas cada personaje es de carne y hueso, llenos de infancia; donde la amistad es un muro inquebrantable y el universo es representado por el balón, la familia y los lugares del barrio.