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El horror cósmico: la cúspide del miedo a lo desconocido

El horror cósmico: la cúspide del miedo a lo desconocido

Por Andrés Rodríguez López

Provocar miedo, o crear una situación de temor, ha sido parte de la literatura desde las creación de los mitos y cuentos de cada región del mundo. Los cuentos de hadas originales contienen cierta noción de terror en su trama, a pesar de que se les adornen para la asimilación del público general. A mediados de la edad media, el estilo de vida debió ser tan austero e inestable que el temor ha perderse en el bosque era suficiente para  hacer a los infantes estar al pendiente de sus alrededores, mientras los adultos estaban preocupados por las constantes invasiones, enfermedades y malas cosechas. Esas condiciones de vida debieron moldear el contenido de las historias que buscaban asustar a los oyentes. El cuento de Hansel y Gretel representa tal noción.

El horror dentro de la expresión artística ha evolucionado junto con la sociedad. Los miedos del pasado pierden su relevancia, pero la misma humanidad los adecua al tiempo presente, dándole nuevos rostros y formatos.

Se ha simplificado al horror para entretener al público, y se le ha denominado, arbitrariamente: terror psicológico. Toda trama con intención de asustar se aprovecha de la sugestión mental: ruidos, imágenes o situaciones que perturben. Hay varios estilos que acuden al miedo psicológico, entre ellos, destaca el horror cósmico, la manifestación total de la incertidumbre creada por la paranoia a lo desconocido.

Podría explicarse así: El miedo común puede provocarse por la ansiedad del futuro incierto.

Estar atrapado bajo tierra dentro de un ataúd, alude a un horror entendible, empático y humano, pues alega a la claustrofobia total. Así lo presenta Edgar Allan Poe en su relato. En otro caso, Shirley Jackson, autora de la maldición de Hill House, busca sugestionar al lector con la inestabilidad emocional de la protagonista, y de cómo la típica mansión embrujada puede causar ansiedad con base a un hecho sobrenatural, o es también ocasionado por quienes la habitan, al sentirse inútiles de racionalizar los sucesos, gracias al miedo. La maldición de Hill House es una obra sutil, concreta y sobria. Los eventos fantasmagóricos son parte de la ramificación del terror psicológico, aunque no logran alcanzar la cúspide: el horror cósmico. Tal estilo no se preocupa por la incertidumbre de la paranoia, tampoco del miedo a la noche, sino el horror de averiguar que la ansiedad al futuro es innecesaria pues lo que se oculta en la oscuridad logrará su cometido, y es inevitable. El horror cósmico se nutre del miedo a la impotencia humana, pues los antagonistas son entes lejanos al control y entendimiento de cualquier individuo.

Podemos ver los vestigios originarios de este arte en la mitología griega, donde los dioses del panteón, como Zeus, Atenea, Era, Artemisa, Apolo, entre otros, cometen sus caprichos y la humanidad absorbe las consecuencias. La repercusión más conocida aparece en la Ilíada; al tratarse de una guerra masiva, iniciada por una competencia de belleza entre tres diosas griegas. Paris y Elena, aunque fueran las causantes concretas, tuvieron que asimilar el recelo de entidades todopoderosas, ajenas al temor de los mortales. Y el horror cósmico retrata la situación.

Quizás este estilo no llega a ser tan masivo y poético, pero nace de esa impotencia masiva de ser mortal, de ser sólo ser humano, en el vacío cósmico. Comprende el terror de cómo el deseo de algo tan poderoso, similar a una deidad, puede acabar con la vida humana, y no hay forma de oponerse, únicamente de enterarse. La ciencia ficción, específicamente: la Guerra de los Mundos, de H.G Wells, puede aludir al predicamento creado por el miedo a algo superior, en el caso de esa obra: el miedo a la invasión alienígena, un tema vigente y céntrico en el horror cósmico. Sin embargo, en ese tipo de obras, con reacciones masivas y bélicas, el horror es solo el fondo, y la resolución es relativamente positiva.

El autor cumbre del estilo es Howard Philip Lovecraft. Era un escritor, cuentista y periodista estadounidense de Rhode Island. Sus historias cultivaron este estilo e inspiraron a otros escritores, que decidieron aportar sus perspectivas de este nuevo horror. Autores como Robert Bloch y Clark Ashton Smith, quienes eran contemporáneos de H.P. Lovecraft, apoyaron a crear la mitología literaria iniciada por Lovecraft. Tal panteón mitológico cultivó a dioses y criaturas que forman la base primigenia de esta ramificación del horror. Artistas como Stephen King, Terry Pratchett, Jorge Luis Borges, Junji Ito, Guillermo del Toro, John Carpenter, David Cronenberg, entre otros, la han continuado.

Dentro de los textos “clásico” del estilo, se presentan situaciones alienígenas para el protagonista. Siempre hay un misterio, para exponer no una verdad, sino una conspiración oculta, o quizás la intervención de entes superiores y anormales. El horror se presenta, tanto en la descripción, que son lejanas a cualquier estética humana, y también se concentran en relatar la situación que se produjo por intentar averiguar algo indebido. Normalmente hace referencia a exploraciones científicas o arqueológicas. Tales temas son sólo herramientas para el transcurso de la trama, más no la problemática a temer; el resultado de la respectiva investigación sí lo es.

El miedo psicológico se muestra con la incertidumbre de habitar un lugar oscuro y desconocido. El horror cósmico altera e incrementa ese miedo al asegurar que en ese sitio penumbroso habita algo, y ese algo, es desconocido para el entendimiento humano.

hola@literalika.com

Andrés Rodríguez es autor de Las melodías fragmentadas del pandemónium, novela que será publicada próximamente. También es  tallerista en Literálika, a cargo de Cascadas Literarias taller de escritura dirigido a jóvenes.