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Historias de dos personajes

Historias de dos personajes

Por Ángeles Favela

La primera radiografía que quedó plasmada en mi memoria fue la del brazo de una compañera del colegio que la llevaba para que la maestra supiera porqué no había traído el proyecto final. Cursábamos el tercero de primaria. Era obvio que aquel sobre grande de un cartón amarillo era innecesario, solo bastaba ver a la niña con el brazo aprisionado por un yeso blanco y rígido que en pocas horas se habría convertido en un pizarrón tubular lleno de nombres, estrellas, flores, flechas y corazones. Lo que siguió fue algo que nos marcó, por lo menos a mí. Dentro del sobre estaba una hoja de plástico opaco y grueso, transparente pero plagado de sombras grises y negras acompañadas de algunas figuras como de humo blanco. La maestra hizo magia pura ante veinte pares de ojos asombrados: a la luz del sol que entraba por la ventana nos explicó que era la fotografía interna del brazo de Ana, el húmero se le había partido en dos y la radiografía nos mostraba una especie de escalera. Desde entonces supe que todo se formaba por capas; nació en mí una necesidad de llegar al fondo de las cosas para saber de lo que estaban hechas, por fortuna no me dio por desarmar objetos ni destripar muñecos, pero sí por investigar mentalmente, quitando capa por capa, para saber más de todo aquello que me interesaba.

Mi pasión y mi trabajo están unidos, las historias son una de las razones poderosas que cada día me hacen despertar entusiasmada cada mañana. Las historias que escribo, las que escriben otros, las historias de autores a quienes acompaño mientras las escriben y, en primer lugar: las historias joyas literarias que han traspasado fronteras y épocas quedándose para siempre en los libros. Siempre me gustó leer y puedo decir que soy una feliz lectora.

Hace un par de meses conocí dos obras ahora convertidas en un magnífico libro digital. Tuve la fortuna de mirar la radiografía completa: en el primer encuentro supe que el nombre de Rosa Montero abrazaba el proyecto; que 168 autores de 23 países se habían reunido dos veces por semana para escribir con el propósito de paliar la pandemia que ahora mismo azota al mundo; que al momento de despedirse Rosa les había encendido la llama de la creatividad bajo circunstancias particulares para ella y para todos ellos y que juntos decidieron dar un paso más allá de un taller literario; que en un momento se armaron como ejército para la labor más difícil y fascinante que es la edición y corrección de un texto; que todos pusieron sus habilidades a disposición de un mismo proyecto; que entre todos decidieron dar un toque de altruismo para agradecer lo que para ellos había sido un gran regalo; que una artista dedicó horas para las ilustraciones que luego serían la imagen central de las portadas… Podría seguir describiendo la radiografía de esa mañana en la que de manera virtual charlamos a distancia, yo estaba anonadada y la inquietud por conocer la calidad de los textos iba en aumento. Sabía que de un momento a otro podría iniciar un trayecto inolvidable pero también sabía que en un instante cualquier hermosa burbuja de cristal puede hacerse añicos para quedar extendidos por miles en el suelo. Esa noche dormí poco, devoré los textos que me fueron enviados, de la radiografía esa era la parte que más me interesaba. Cada relato debía sostenerse por sí mismo y juntos debían lograr que la balanza se inclinara a la excelencia literaria. Magia pura: la luz de Rosa y los autores iluminaban a Carmín y Chocolate, todos ellos les habían dado vida convirtiéndolos en textos brillantes y robustos. En cada uno se encierra la esencia humana, los miedos, los sueños. La vida y la muerte se baten entre líneas. Rostros, bolsos, farolas, cajones, puertas y ventanas, descubrimientos, intrigas, pensamientos, silencios, preguntas… En cuentos con Rosa, historias de dos personajes (Carmín y Chocolate) son dos libros para leerse y para ser comentados, para contagiarse de las ganas por escribir. Mirar las radiografías de muchas circunstancias nos acercar unos a otros permitiéndonos tocar la diversidad de la que el mundo está hecho. Ayer comenzaron los festejos compartidos de dos libros hermanos que nacieron durante la pandemia. Un enjambre como cariñosamente lo ha llamado ella: Rosa Montero haciendo historia. Historias en las que habitan Carmín y Chocolate. Un par entrañable que han encontrado casa en Literálika, testigo y admiradora de 168 autores que ahora mismo han lanzado al mundo dos extraordinarios libros y han donado sus regalías a ACNUR Américas en apoyo a los refugiados. De nuevo magia pura.

hola@literalika.com

Ángeles Favela es fundadora de Literálika

y creadora de la Fundación El mundo escribe.