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El México que no conozco

El México que no conozco

Mucho se ha dicho de si la literatura afecta directamente a la realidad, o de si la realidad supera a la ficción literaria. La historia de nuestro México son millones de historias a lo largo de cientos de años. Ahora mismo mientras nuestro pais se encuentra en una vorágine de información política, el próximo presidente llevará a cuestas las voces de muchas generaciones. Esta es una voz de los millones que conforman la generación que hoy votará por primera vez para elección de presidente:

“Yo nací en 1995 y mi país no tenía tiempo de atender a miles de jóvenes que nacimos en esa fecha. México en ese momento estaba cimbrado por el asesinato de un candidato presidencial, y Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo salían y entraban respectivamente de sus mandatos con las manos manchadas de sangre.

La economía y el ánimo de los ciudadanos desde entonces ha ido en picada, pero lo mismo había sucedido cuando nació mi madre, ella tenía dos años cuando a manos del gobierno de Gustavo Díaz Ordáz, cientos de jóvenes con la misma edad que ahora tengo yo, murieron, y muchos otros, simplemente desaparecieron en una masacre inaudita en Tlatelolco.

A mis cinco años, mi país se sintió en vano esperanzado, para luego no saber si reir o llorar con el presidente de las botas: Vicente Fox fue un mal chiste para los mexicanos.

Durante mi adolescencia mi país estaba plagado de miedo, Felipe Calderón fracasaba en sus embates contra el narcotráfico que inundó el México que se suponía gobernado. Recuerdo el miedo de mi madre por las fiestas y salidas por la noche, mi ciudad en esos años era tierra de nadie. Una tarde cualquiera, al transitar por una gran avenida, mi madre no tuvo más que detenerse creyendo que algo le sucedía, no podía ser verdad que la cabeza de un ser humano, estuviera cercenada, tirada en esa esquina.

Hoy que tengo el derecho a votar, votaré sin miedo, friamente, pero sin emoción ni esperanza aunque el hecho contradiga lo que siento.

Sé que hablo desde una situación de privilegio: tengo qué comer a diario, vivo en un lugar confortable, puedo acudir a una universidad privada, pero aún así, no puedo dejar de pensar en los millones de jóvenes que no tienen la oportunidad de definir el rumbo de sus vidas. Quizá, muchos de ellos darán su voto a cambio de promesas en el aire, o simplemente por no perder su empleo en alguna fábrica, o más triste aún, tacharán una boleta señalando el nombre de quien les regaló una tarde un par de refrescos para acompañar alguna torta.

Me abruma pensar en lo que sigue.

No confío en ningún candidato, y mi elección no se guiará por lo que se escuche en uno o tres ficticios debates. En los próximos días, me dedicaré a investigar lo que cada uno ha hecho en el pasado, para saber si en algún momento han demostrado algo con sus anteriores cargos. Hechos, no palabras.

Me duele México y me gustaría mucho poder sentir orgullo por sus gobernantes. Nada me gustaría más que escribir el nombre de México con letras grandes y mayúsculas, sabiendo que cada uno de sus habitantes pisan un suelo seguro y viven con las mismas garantías y oportunidades.

Muy pronto, votaré por vez primera. Nunca imaginé que esto fuera tan complicado. Mi voto será frío como el hielo, pero votaré con la certeza de que al igual que una playa, un pais está formado por millones de granos de arena.”

Ana Paula Aguilar F.

Estudiante universitaria del Tec de Monterrey