06 Jun Una novela de posverdad
Por Demetrio M. Velasco
Reseña de Lluvia Fina
Landero construye un laberinto de espejos por el que Aurora transita sin saber a dónde va. El narrador y el personaje se mezclan y se confunden, llevando al lector a deslizarse en el tobogán de las historias como un involuntario fisgón que parece escuchar tras la puerta las conversaciones de los personajes con Aurora. El autor consigue perderse en el relato y desaparecer, un poco a la manera de Rulfo en Pedro Páramo.
Las múltiples versiones de los mismos hechos son como hilos de una maraña que obligan al lector a tomar partido, a definir qué hay de verdad en cada versión. El narrador interviene de vez en cuando y parece conducir la trama, pero en realidad solo relata la versión de quien está conversando con Aurora.
Ella es en realidad la única dueña absoluta del relato, la que lo sabe todo, la trama y el revés de la trama, porque solo a ella le confían y le cuentan, con todo tipo de detalles, y sin vergüenza ni reparos, todos y cada uno de los implicados en esta historia que empezó siendo trivial y hasta festiva y que ha acabado en ruina y en desastre, como ya intuyó ella desde el primer momento.
Hay en la novela una reflexión sobre la forma en que se construye la personalidad, el carácter y la memoria. Los personajes, cuando niños, van desarrollando su yo a partir de las experiencias en el entorno familiar, de los relatos que escucharon y de su interpretación de unas y otros. Los recuerdos son magnificados y retorcidos para reforzar las convicciones del que recuerda.
Nunca he sentido tanto miedo como ese día. Todavía lo siento, mis noches son terribles cuando sueño con ese momento y me despierto dando gritos. No sé cuánto tiempo pasó. En cualquier caso, fueron horas y horas, hojas del calendario arrebatadas por el viento… Y mamá no volvía. Ya no volvería nunca. (Andrea)
Nunca pasé tanta vergüenza como entonces. ¡Qué pensarían los vecinos de mí! (la mamá)
Pero ¡si solo tardó unos minutos en volver! (Sonia)
Yo vi como hizo el equipaje, y vi con mis propios ojos la maleta. Qué pasa, ¿qué vi visiones o que me lo inventé? (Andrea)
Mamá no era así, ni mucho menos. Mamá nos quería mucho a todos, y a todos por igual, y lo único que hizo en la vida fue trabajar para sacarnos adelante. (Gabriel)
La trama nos recuerda vagamente a García Lorca y La casa de Bernarda Alba. Aquí también hay una madre de carácter fuerte que domina la escena.
Landero plaga la novela con metáforas deliciosas, mientras teje un relato claustrofóbico en que el mundo parece no existir más allá de los recuerdos de los cuatro personajes.
…salieron huyendo hacia el futuro como una estampida de ganado que agita los cencerros.
Cuando habla, parece que atranca las frases por dentro, para que no entre nadie.
¡¡Es Supermán echándole un polvo al sol!!
Todos tenemos dentro un montón de palabras que son como fieras enjauladas y hambrientas que están rabiando por salir a la luz.
Cuando empezaba a desarmarme el cuerpo con sus manos pálidas y hambrientas, cómo explicar lo que sentía, aquello era como un sabotaje en una calle céntrica, o como cuando de pronto aparecen los vikingos y lo invaden y devastan todo…
Como si hubiera nacido el día que conoció a Gabriel, nada sabemos del pasado de Aurora; y tampoco podemos acercarnos a ella más que con la imaginación, porque el autor nos esconde sus pensamientos, sus emociones, sus opiniones. Ella solo escucha a todos sin juzgarlos. Nada sabemos tampoco de Horacio, más allá de las historias que le cuentan a Andrea. Imposible discernir qué tanto hay de verdad y qué tanto de exageración entre los recuerdos opuestos de Andrea y Sonia. Podría decirse que ésta es la novela de la posverdad. ¿Usted, a quién le cree?
Lluvia fina. Luis Landero.
Tusquets 2019, Epub.
Demetrio Velasco
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